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Mujeres - Diosas

Carmen

Carmen y Pedro

Carmen y Pedro Carmen y Pedro realizaron una fantasia.
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Se conocieron por internet. Pedro quedó extasiado de la sensibilidad emocional de Carmen, Carmen quedó sorprendida de la solidez intelectual de Pedro.
No conocian sus fisicos. Nunca habian visto una foto el uno del otro.
Decidieron hacer el amor, pero decidieron hacerlo sin interferencia de los cuerpos. Solo con las mentes.
Y crearon una fantasia...
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Pedro iría de Madrid a Gijón, saldría a las 9:00 de la mañana de Madrid, a las 12:30 estaría en Gijón. Reservaría una habitación en uno de los mejores hoteles, subiría, se desnudaría, y se metería en la cama. La puerta sin pestillo, las cortinas echadas, la luz apagada. Con un sms le mandaría el numero de habitación a Carmen.
Carmen subiría, se desnudaría en el baño, y se metería en el otro lado de la cama. A partir de ese momento sus mentes irían haciendo el amor, descubriendo, centimetro a centimetro, su piel y su cuerpo. Todo en la oscuridad, todo sin haberse visto antes, todo sin conocer sus imagenes, solo con la mente, y con el alma.
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Y esto es lo que ocurrió...

Carmen: El mismo Gijón, otro Gijón

Lo vivido ha sido muy importante en mi vida... toda una aventura... Así es como una debiera conocer a los hombres, comenzando por lo más importante... primero la mente, los principios, los valores y luego el cuerpo en su máxima desnudez... desde la raíz de los sentidos... sin intermedios
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Después de salir de casa vestida con un traje de chaqueta negro con minifalda y unas medias de reja caminé hasta las escaleras del centro de salud. Deseaba que él me viese revivir. Había quedado allí con Palermo... estaba muy nerviosa y llovía y llegó un tipo. Se me quedó mirando. El traje me quedaba apretado y el escote dejaba entrever el nacimiento del seno sobre el rojo sangre de la ropa interior. Indudablemente mi doctor lo contemplaría. Me compre ese conjunto pensando en él. Cuando quise darme cuenta el tipo se dirigía a mí con un comportamiento desagradable. Le miré y le dije: - No quiero tener problemas. Hubo un momento de tensión y Mora llegó. Entonces encendí el móvil y llegaron dos mensajes de Madrid... Uno era precioso: 'LAS RETAMAS TODAS FLORIDAS. EL CAMINO PRECIOSO. MUCHAS AGUILAS. ¿QUIERE DECIR ALGO?
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Y el otro inquietante. No sabes hasta que punto. Decía: 'EN EL BAÑO HABRÁ UN PAQUETE PARA TI. ¿PUEDES COMPRAR UN TUBO GRANDE DE VASELINA?' Yo dije: - Ay Dios y Palermo dijo: - Madre, no me lo cuentes que no lo quiero saber..... Madrid de pronto a menos de una hora del encuentro se trocaba, en mi imaginación desbordada, en una figura perversa
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No te cuento cuentas vueltas dimos por la zona porque Mora quería verlo a toda costa. Nos vio todo el mundo. Pegamos un cantazo... Ella nada, porque como estaba toda emocionada, pues a lo de ella. Cuando vio un Mercedes gris de Madrid se tiró encima del capó a tomarle la temperatura... Al final fuimos a situarnos en una esquina de las calles. Donde a mí me pareció mejor. Y no tardamos en verle. A Palermo casi se le salieron las órbitas de sus cuencas. - ¿Viste que clase? Mira que manera de andar (decía) Para mí era distinto. Era un hombre muy querido. No vi, lo sentí.
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Cuando atravesó las puertas del hotel le dije a Mora: - caminemos y ni se te ocurra mirar hacia el otro lado de la calle. Nosotras vamos a pasar como quien no quiere la cosa.
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Sin mirar abiertamente vi como Madrid nos distinguía desde el hall y como todo su cuerpo se tensó para observarnos atentamente. Me había reconocido de lejos como yo a él.
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Caminé orgullosa intentando sentirme segura de mi misma, ajena a la inspección... un de lejos como el que tuvimos fue la mejor primera impresión... perdurará quizás para siempre. El altivo. Altiva yo.
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Tras la esquina vino la espera más angustiosa. En otras escaleras en penumbra de un portal de la calle. Hasta que su mensaje casi media hora mas tarde llegó. El hotel sencillo, saludé y subí por la escalera. Encontré una limpiadora que me guió hasta la habitación. Y... empujé la puerta
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Pedro te ha contado de mí parábolas sobre la mujer que soy. Te ha dibujado parábolas sobre mis contornos Se lo ha contado a la sensibilidad de una mujer que suele herirse con más facilidad que la de un hombre.. Ha trazado un relato compensatorio de mi perfil, una lindeza de mujer. Me ha convertido en una elipsis.
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No creo que mi cuerpo sea de seda, quizás de cuero y fibra. Mi voz si es cantarina. Me dijo que no se la esperaba así sino más seca y lo de las campanillas es por la risa... es diurna y noctambula e irreverente. Por lo demás si soy contundente, con la misma medida en la cadera que en el pecho fuerte de pezón pequeño y duro... Mi alma errante y nómada, de insectos, de mariposas y luciérnagas
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Pedro debería contártelo como a un hombre se le describe una hembra y el sexo
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Cuando abrí la puerta de la habitación 112 de aquel hotel crucé una frontera. Existe una sensación de destino única asociada a esos instantes. Un sabor agrio se me vino a la boca. Vi la cama al fondo y un bulto que seguro que me observaba al contraluz... tardé unos intentos en atinar a cerrar la puerta que ignoro si al final se cerró... Me recluí en el baño y me desnudé por completo y vi pequeñas gotas de sangre. Me asusté. Era yo. Mi índice no dejaba de sangrar. Tuvo que ser con el paraguas al cerrarlo... Así que me llevé el dedo a la boca y lo chupé. No se detenía y no podía quedarme allí eternamente... Y recordando que él detestaba la sangre como si hubiera cobrado un poder mágico me acerqué despacio a la cama, lamiendo mi dedo como una niña pequeña y mirándole en la oscuridad, me acosté al lado de su cuerpo que yacía semi boca abajo. Maldito sabor de boca. Toda agria y sangre le besé
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Todo cierto. Cada una de esas 'acusaciones' Creo que hasta intenté ejercer de macho dominante yo. Me dio la sensación de que le hacía gracia mi postura de cabalgarle, de intentar montarle como en un rodeo... se dejó besar bajo mi cuerpo bravío con una pasividad engañosa. Y luego le eché hasta un pulso de tú a tú agarrada a sus manos y furiosa, vestida de naturaleza violenta... sonreía. No sé si le divertía más que le excitaba mi disfraz de depredadora, de loba herida y primitiva pero sonreía. Me dejaba hacer con la tranquilidad del que se sabe fuerte... me desbancó lo de su sonrisa. Parecía tan feliz, tan encantado.
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Pedro conoce a la perfección el alma femenina y el cuerpo de la mujer. Fue capaz de tocar cada lugar mío como si supiera mejor que yo misma con que tacto debía aproximarse... Sabe ser ansiado como un deseo y no tomado a mal como un invasor... sus capacidades amatorias son un ensueño de gentilezas. Nunca imagine que un hombre podía ser tan dulce, delicado, acogedor... No me dejo alternativas con sus acercamientos poblados de decoro. Siendo tan tierno como fue habría sido imperdonable y hasta de mal corazón no entregarse abierta por completo a él como una flor.
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Vibré con mil inquietudes distintas. Mil como número al azar. Pon incontables. No estaba para sumar en aquellos momentos... me estremecí con puntos inquietantes de los que creía que eran exageradas leyendas que se desmoronaron en cuartos de hora al existir... pero el orgasmo, la multiplicidad de orgasmos, de puntos álgidos que se superponían como olas de mar, fue invisible... todo tan extraño
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Al leer este fragmento se me han volado recuerdos llenos de batientes alas que han venido a estrellárseme en la boca del estómago, a quebrarme el plexo solar como un vértigo... he temblado cuando me ha recorrido el escalofrío del recuerdo del no saber ni siquiera que fue aquello. Mi cuerpo no comprendió nada, ni siquiera lo entiende ahora. Mi cuerpo continua sorprendido allí donde estuvo, enmudecido en ciertas zonas por el desconcierto más completo... yo no quería llorar pero gritaba como un lemur, quería acallar la risa pero agonizaba en ella. ¿Y aquella niebla oscura tan dulce que penetro por entre mis crines, abriéndose sendero por las sienes o era que brotaba al mundo desde el centro de mi frente?
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Jamás me habían amado así. Me rendí en algún momento... su boca y su lengua y su cara y sus manos y sus dedos amaron mis brechas más despreciables y oscuras, amaron mis labios verticales, mi cuello interior, se enredaron con humedades viles en mí... yo me entregué. Cumplió mi más secreta fantasía... Toda mi pena fue no saber amarle igual. Quería amarlo lo mismo... besé sus pechos y sus pezones como si fuera una mujer. Me deslicé por sus piernas, me dejé caer al suelo de rodillas y lavé sus pies con mi lengua, como en un ritual... recuerdo haberlos frotado contra mis pechos, amasarlos en mis pechos como si fuesen pan... y reptar por él de nuevo hasta perderme en su pene erecto que cobraba vida latigante por momentos y jugar con su ano, sin saber, lo sé, ser tierna como él con el mío. Sólo curiosa, atrevida, irreverente... no sé como le amé... mi deseo galopante se desbordó encima suyo como una catarata y luego aquel abrazo...
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Te deseo, escuché en mi oído, ronca su voz de pasión. No sé yo si le dije algo o no. ¿Y era aquel desconocido, el mismo con él que yo gemía y quien ya había alcanzado con su lengua rincones míos que nadie ha osado descubrir apenas con las manos... y de quien qué parte no había yo lamido? Pero se levantó sobre mí y era distinto, casi amenazante, y leyó con una sonrisa perversa mi incertidumbre asomando asustada a mi rostro... y obligó con un gesto dominante a mi cuerpo a postrarse ante él quieto y dócil mientras extendía, con sus manos firmes en un masaje obsceno, un aceite que barnizaba mi piel y su piel. Y yo no comprendía nada, me sentía a su merced, presa de su locura... porque tenía que serlo aquello de chupar mis pechos y mi vientre con aquella lujuria cuando estaban untados de aceites... éramos como animales y entonces me dejé arrebatar por su hambre y me llevó hasta el mismo vértice del abismo... escuché gritos, llantos, risas locas. ¿Eran mías?
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Fue así. Pero soy incapaz de recordar el orden real del desvelo de nuestras intimidades y sin embargo creo que he memorizado cada caricia de aquellas horas... Puede que olvide lo que escucho Pero nunca olvido lo que miro, y me traje conmigo todas las expresiones que adoptó, incluso las oblicuas, y las de inflexiones transitorias que acompañaron a su voz. Y sobre todo me empapé del aire de desapego con el que describe su vida. Fue como si fuera la vida de otro la que describiese con aquella punzante y detallada exactitud. Tan milimétrica... menos cuando habló de la chica del disfraz y de su amiga. Era una loca como yo. Creo que le he recordado a algunas de las mujeres de su vida. Él a mí a nadie. Fue como si viniera a quererme y a cuidarme especialmente a mí
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. Mi relato caótico, inconexo, como si quisiera perderlo en un laberinto de musgos y líquenes... Cada vez que asomaba mi tristeza me aferraba con fuerza y me mecía. Ningún hombre así.
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Yo no me lo podía creer. Las cuatro y media?? Imposible. Mira tu reloj Pedro el mío tiene que estar mal. Y él levantó La cortina para intentar que traspasase la penumbra de la habitación un hilo de luz menos mísero, que le permitiera descubrir si era cierto que se nos habían olvidado dos horas y media de la vida haciendo el amor. ¿Qué es perder la noción del tiempo sino una manera de olvido?... y me sobresaltó el despiste. Pronto tendría que irse pensaba, y qué veloces pueden transcurrir las horas, como en un suspiro, cuando se suspira en los brazos del placer... Y fue cuando me invitó a comer: - un pescado en Salinas? Y le dije que no, mirándolo sobre él y como si esperara un enfado por su parte... Creo que no me entendió. Y fue porque tuve miedo a que se rompiera la magia... pero fue bueno con mis extrañezas e hilamos complicidades con caramelos y caricias, con penetrares, con pasión, con humedad. Su sexo se elevó hasta lo impensable
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No quería firmarme los libros. Era otro. Me dolió muchísimo ver como aquel hombre, aquel ser humano que no me había guardado ni un resquicio de sí, que me lo había ofrecido todo, que se había entregado a mí con una confianza plena, temeraria, la que sólo se contempla en la inmensa ternura de un niño que abre los brazos sin barreras al amor de su madre... Así lo recuerdo yo, sin miedos... Y de repente aquel choque brutal e inapelable porque éramos otros, los que somos en un lugar del mundo. Y por una parte me sentí extrañamente victoriosa sobre lo absurdo del destino. Habíamos engañado a la vida. Si aquellos desconocidos se hubieran contemplado desde las máscaras a las que la pantomima del mundo los llevó jamás se hubieran dado una oportunidad siquiera. Lo supimos entonces.
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Me siento orgullosa amigo mío de haberme atrevido a soñar libremente mi sueño... pero sin tu 'locura' habría sido un sueño imposible. Y tú lo sabes. Eres un ser distinto
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Tiene que ser un error. Fueron 1000 en un día y la mitad de vuelta... Pero sé a que te refieres y como te sientes y lo querré... cuantas veces me dije yo: 'No puedes abrazarte a ti misma. No puedes darte calor humano'. Si yo hubiera podido abrazarme...
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No quería una despedida. Estuve a punto de escaparme cuando lo dejé en el baño pero me lo impidieron unos libros. Ya te hablaré de ellos... -¿Bajamos juntos? (me dijo él) - Si, pero espérame a fuera (al cerrarle el baño) - por qué pones esa carita de pena? (me había preguntado momentos antes frente al espejo del lavabo)... Y bajó a pagar la habitación mientras yo levaba anclas y lo miraba todo por última vez ya a la luz... me asomé a la calle por la que transcurro a diario... y... Eludí el ascensor por el que esperaba mi salida y bajé por las escaleras detrás suyo. Nos miramos. Debió creer que le aguardaría fuera y eché a correr con toda mi alma para desaparecer por una calle conocida en un mundo desconocido para él.
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Llegué corriendo a casa de mi abuela. Rota. Se lo conté todo de mi felicidad. En algún momento recordé que había apagado el teléfono móvil y lo encendí. Llegó tu mensaje... 'BELLA DESPEDIDA PERO ME DEJA CON UN SABOR AGRIDULCE’... y no sé que te contesté. Cualquier cosa... y me llegaron noticias de la preocupación de Mora y la llamaba cuando me enviaste otro 'TUS OJOS MELANCOLICOS DE DESPEDIDA ME LLEVAN EL CORAZÓN EN UN PUÑO DESDE HACE 250 KMS’... Habíamos vivido el sueño que una noche un hombre me contó. Era bello pero triste... y más tarde cometí hasta un desliz imperdonable. También yo madrid49 cambio mal. Un beso muy fuerte con toda mi alma
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Aquí termina el relato. Aquí se cierra el circulo, Gloria. ¿termina realmente? No, es solo una vuelta completa a la espiral que sigue avanzando, que sigue construyéndose... con nuestros cuerpos, con nuestras vidas.

Carmen: Gijón 07-05-02

Pedro me ha contado que tu cuerpo es de seda, y que tu voz suena a campanillas. Pedro me ha contado que tienes un cuerpo sólido, con caderas en forma de corazón, con pechos fuertes de pezón pequeño y duro. Pedro me ha contado que tienes un pelo lleno de mariposas, con una sonrisa que brilla como luciérnagas en la penumbra. Pedro me ha contado que tu alma revolotea y que lo único que se puede hacer es quedarse maravillado admirándola, y seguirla, seguirla con la mirada, sin jamás osar tocarla para que no pierda el polvo de sus alas. Pedro me ha contado muchas cosas más.
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Pedro me ha contado que entraste en penumbra. Segura, sin titubeos. Con el cuerpo encabritado, a mitad ibas diciendo, "soy una hembra en plenitud", la otra mitad decía, "no estoy segura de mi misma, si me estas mirando con el rabillo del ojo, por lo menos que veas algo que te pueda gustar." Te metiste en la cama. Tu piel respiraba un olor mezcla de timidez y de deseo. Pedro te acercó el dedo que se entrelazo con el tuyo. Pedro te recorrió el brazo cuya piel se erizaba a su recorrido. Pedro bajo la mano a lo largo de tu lado, hasta alcanzar la cadera, y que entonces no pudisteis más y que las bocas se buscaron, y que los brazos se enlazaron, y que los cuerpos se juntaron.
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Pedro me ha contado que fue entonces cuando su mano fue buscando los lugares más íntimos de tu cuerpo. Pero sin prisas. Fue su mano penetrando el lado intimo de tus muslos, y buscando tu vello, jugando con tu vello, sin que la intimidad deseada se produjera. Y su boca succionaba el pezón, y su boca mordisqueaba el pezón hasta que el placer casi parecía dolor. Tus labios se abrieron, húmedos, calientes, llamando al índice. Y el índice fue y afloró los labios, y penetró entre sus rendijas, y buscó los puntos de placer en los que se nos concentra el vértigo. Y el vértigo empezó a producirse.
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Pedro me ha contado que tu cuerpo no comprendía como el placer podía durar tanto. Como tu cuerpo estaba sorprendido de que existieran rincones que el mismo no hubiera descubierto. Como los matices del placer no son comparables a los atracones del placer. Y tu cuerpo no podía comprender que ese placer fuera continuo, prolongado, profundo. Y tu cuerpo vibró, y tu cuerpo tembló, y tu cuerpo lloró. Lloró de sorpresa, lloró de vértigo, lloró de miedo de estar al borde de lo desconocido.
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Pedro me contó como tu sonrisa mostraba la entrega del cuerpo, mientras el alma tomaba el vuelo. Y Pedro me contó que volvisteis a empezar, una y otra vez pero por recorridos diferentes, explorando hasta los más pequeños y recónditos senderos del jardín. Y Pedro me contó como, al cabo de dos horas, tu deseo, ejercido a horcajadas sobre él, se hizo cada vez mas fuerte, más rítmico, más intenso, más dionisiaco, terminando por romperle las barreras de su propia contención, y como se desbordó esa unión en un abrazo de estertores de vida. Y Pedro me contó como el abrazo que siguió fue un abrazo que envolvía el mundo y la vida, el tiempo de lo eterno.
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Y Pedro me ha contado como los cuerpos sudorosos disolvían el aceite que sobre ellos extendió, y como el abrazo liquido de la piel deslizante, hacía que vuestros cuerpos se convirtieran en uno solo. Y que eso rompía los limites de la percepción convirtiendo íntegramente la sensualidad en pasión. Y como la fluidez sin roce de los dos cuerpos íntegramente lubricados, abría sensaciones de placeres más intensos, y en donde ya no se sabía dónde empezaba uno y donde terminaba el otro. Y Pedro me ha contado como, en el borde del éxtasis, recorriendo el éxtasis, llorabas y reías a la vez, sin saber por qué tu cuerpo incontrolado te llevaba al vacío ante el que se asomaba tu conciencia.
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Y Pedro me ha contado como, después del viaje por las estrellas, os habéis abrazado como dos niños amenazados por el mundo exterior, y os habéis contado secretos de niños, que nunca habíais contado a las personas mayores. Y como el cuerpo entregado es la puerta del alma. Y como vuestras almas hicieron el amor igual que lo habían hecho vuestros cuerpos. Pedro me ha contado que su vida se fue desgranando ante ti como una película de cine negro en la que siempre existe la voz el "off" que narra con crueldad la escena lúgubre que describe la imagen. Y que tu vida se fue desnudando ante él con las sombras de un pasado que, como Cervantes, ni la memoria quiere recordar.
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Y Pedro me ha contado como las dos primeras horas parecieron 10 minutos, Y como las seis primeras horas parecieron escasamente una. Y como esas vidas pareciera que hubieran estado siempre ahí, distantes, diferentes, antagónicas y sin embargo eternamente unidas por el hilo de la sensibilidad, de la inteligencia, del deseo y de la ternura.
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Y Pedro me ha contado como la necesidad de volver a tomar distancia, la necesidad de ir tomando tierra, la necesidad de que cada uno fuera revistiéndose de las máscaras que lleva puestas, hizo que ese final fuera doloroso. Doloroso porque era final, porque lo que no se tiene que acabar, no se sabe como acabarlo. Doloroso porque el idioma de la máscara era un idioma desconocido para los dos cuerpos que se habían conocido sin ellas. "Espero que recorramos juntos todas las esquinas de la sensualidad. Pedro 07-05-02" "Todo fuerza. Todo matices. Eres todo lo que un hombre puede desear. Te deseo. Pedro 07-05-02" Fueron epitafios que quedaron escritos en las paredes de aquella habitación.
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Y Pedro me ha contado como condujo los 1000 kilómetros de vuelta, aislado en su coche, bajo una lluvia torrencial, con el corazón encogido en un puño, con la retina llena de esa sonrisa melancólica y triste que fue lo último que vio de ti. Y no sabe si fueron sus lagrimas las que limpiaba el parabrisas, las mismas que le afloraban a los ojos cuando me contaba todo esto. Quiérelo, quiérelo mucho, como yo no sé quererle.
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Tu estabas allí, Gloria.